Cuando una víctima de violencia de género comparte con el maltratador, la hipoteca de su vivienda y a pesar de órdenes de alejamiento e incluso ingreso en prisión, el Banco exige la firma de ambos para reestructurar la deuda o para una quita o dación en pago, medidas de protección a deudores hipotecarios, nos encontramos con un problema no previsto en la legislación.
Nadie ha previsto, que una mujer que ha sido víctima de la violencia de su marido o pareja y que compartía con él una vivienda hipotecada, para poder acogerse a las medidas previstas en la ley de protección a deudores hipotecarios tenga que contar con la firma del agresor.
Me encontré con un caso de estas características hace unos meses, a través del turno de oficio: Carmen fue apuñalada en el costado, por su marido, en su casa delante de sus hijos, uno de 17 años y una menor discapacitada. El marido ingresó en prisión imputado por asesinato y Carmen limpiadora de profesión, en paro y con dos hijos se encontró con la penosa situación de no poder seguir pagando su préstamo hipotecario. Desde la Oficina de Intermediación hipotecaria, se negoció con el Banco la reestructuración del préstamo hipotecario, para que no perdieran su vivienda, pero nadie contaba con el escollo, de que una vez dado el visto bueno del banco a la aplicación del Código de Buenas Prácticas, había que contar con la firma y consentimiento del maltratador.
Para ello hubo que trasladarse a prisión a explicarle e informarle al maltratador, las medidas que se querían adoptar para que sus hijos no perdieran su casa, y la respuesta lógica de éste, fue la negativa a cualquier situación que pudiera favorecer a su pareja e incluso intentó negociar con la acusación ejercida por la víctima. Desde la sucursal insistían en que se necesitaba la firma de ambos porque lo dos eran prestatarios y propietarios de la vivienda, lo cual no tiene lógica ya que siempre es posible realizar un acuerdo privado que no afecta a la garantía jurídica del banco y que además va a permitir que al menos uno de los propietarios continúe pagando la hipoteca.
En mi caso después de varias visitas a prisión, conseguí que el marido de Carmen firmara ante notario, la reestructuración hipotecaria, sin embargo esta es la cruda realidad de numerosas mujeres víctimas de violencia que como tantas otras cosas, no han sido previstas por el legislador.
Imagen: Antonio Martínez Aragón